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EL CALENDARIO LITÚRGICO Levítico 23:1-4


Click para agrandar. Calendario Litúrgico 2018.

INTRODUCCION


El Año Litúrgico o Calendario Litúrgico es un ciclo anual de actividades celebrativas de la iglesia, el cual consta de festividades y estaciones. Las festividades son días únicos y especiales de guardar; por ejemplo, el día Domingo y el día de Navidad; mientras que las estaciones son periodos que duran varios días o semanas por ejemplo el adviento, la cuaresma y el Pentecostés.


El Año Litúrgico proporciona a la iglesia una directriz cristocéntrica, poniendo su mayor énfasis, en la suprema revelación de Dios a los hombres llevada a cabo a través de Jesucristo, quien es la Palabra viva, la Palabra hecha carne. El Calendario Litúrgico ayuda también a recordar y tener presente ciertos temas centrales de la Escritura tales como el nacimiento, la crucifixión, y la ascensión de Cristo. Así mismo, este calendario litúrgico permite que la Palabra de Dios sea expuesta de una manera ordenada y sistemática. En suma el Año Litúrgico o Calendario litúrgico proporciona a la iglesia un significado, un orden, una dirección y una meta; de tal manera que no hay improvisación en el orden del culto ni en los temas de la predicación. Todo lleva un orden porque Dios es un Dios de orden y no de confusión. (Cf. 1ª Cor. 14:40, 14:33; Ejemplo el testimonio de Pablo respecto de la iglesia de Colosas, Col. 2:5).



PROPOSICION


Para ampliar este tema del Año o Calendario Litúrgico, se planteará primeramente, el Calendario Litúrgico en el Antiguo Testamento; en seguida, en el Nuevo Testamento; y en tercer término, en la Historia de la Iglesia.



EL CALENDARIO LITURGICO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO


Las celebraciones del Pueblo de Israel revelan la presencian de un Calendario litúrgico. Pues al observar, por ejemplo, que en el pasaje de Levítico 23:1ss. Dios está ordenando a Moisés que le comunique al pueblo de Israel que guarde las fiestas solemnes como santas convocaciones, debe deducirse entonces que existía un calendario de festividades. Algunas de estas festividades están claramente mencionadas en el pasaje leído, por ejemplo: La primera celebración que se menciona es El Shabat o día del Reposo. Y le siguen: La Pascua para conmemorar la liberación de Israel. El Pentecostés la fiesta de la siega o cosecha o de las primicias. La fiesta de los tabernáculos para conmemorar los años en el desierto del pueblo de Israel. Había también otras fiestas como El Yom Kippur o Fiesta del Perdón, (Levítico 23:26-32). Más adelante son agregadas la fiesta del Purim (Esther 9:19,24, 26); y la Hanuka o Fiesta de las luces que servía para conmemorar la liberación de Israel del yugo de los griegos.



Para los israelitas las estaciones eran obra del Creador para beneficio de los hombres. Ellas manifestaban la beneficencia de Dios hacia sus criaturas. Por medio de estas fiestas no sólo reconocían a Dios como su proveedor, sino que también registraban el favor ilimitado y gratuito del Señor hacia un pueblo elegido, al que él mismo había liberado mediante su intervención personal en este mundo (Ex. 10.2; 12.8–9, 11, 14). El gozo que se expresaba era genuino. Como podrá notarse para el pueblo judío las festividades siempre tendían a dar un testimonio de la fe de ellos, la cual permeaba todas y cada una de sus actividades. Es decir, que las ceremonias religiosas no eran incompatibles con el disfrute de las cosas temporales concebidas por ellos, como dones de Dios (Lv. 23.40; Dt. 16.14).



EL CALENDARIO LITURGICO EN EL NUEVO TESTAMENTO


El Testimonio de la Iglesia Apostólica. En los tiempos del Maestro se seguían guardando las festividades Judías. Cristo mismo y sus discípulos guardaban estas fiestas. Sin embargo, poco a poco la Iglesia Apostólica fue abandonando las fiestas judías para concentrarse en la celebración del Día del Señor o Domingo que tenía como propósito conmemorar la Resurrección de Cristo. Dentro de esta misma celebración estaba la Santa Cena la cual sustituyó a la Pascua. Esta celebración tenía su antecedente en el Shabbat de los judíos, el cual tenía también dos énfasis; por un lado tenía la intención de que Israel recordara la Creación, y así, que este universo es guardado y sostenido por Dios, véase Éxodo 20:8-11. Y por otra parte guardar el Shabbat tenía la intención de que con ello Israel tuviera siempre presente su redención, Deuteronomio 5:12-15. También guardaban El Día del Pentecostés para conmemorar la venida del Espíritu Santo, y de su morada permanente dentro de la iglesia y en cada creyente.


Lo que con esto puede notarse es que la iglesia apostólica aún cuando no tenía un calendario litúrgico propiamente dicho; pero si observaba ciertas celebraciones de manera regular y progresiva lo cual dio pie para que más adelante se desarrollara lo que hoy conocemos como calendario litúrgico.



EL CALENDARIO LITURGICO EN LA HISTORIA DE LA IGLESIA


El Testimonio de la Iglesia Patrística. Además de seguir celebrando el Día Domingo se incorporaron festividades como: la Epifanía que en sus orígenes celebraba la manifestación de Dios en Jesucristo y se centraba en la encarnación de Jesús y su manifestación al mundo; el Adviento un periodo de preparación y testimonio acerca de la Navidad de Cristo. La Cuaresma un periodo de preparación y testimonio acerca de la crucifixión, muerte, resurrección y ascensión de Cristo. El Pentecostés, etc. Fue San Agustín quien sugirió que se conmemorara la muerte y la resurrección de Jesucristo.


El Testimonio de la Iglesia Medieval. Guardaron el Año litúrgico pero lo deformaron y corrompieron gradualmente al abandonar la dirección de las Escrituras e introducir muchos elementos que estaban basados solamente en tradiciones y leyendas y un exagerado simbolismo. Agregaron la celebración de los aniversarios de los apóstoles y mártires. Para el año 1000 ya había varios “santos” para cada día del año.


El Testimonio de la Iglesia de la Reforma. En un principio rechazó la liturgia de la iglesia romanista pero después poco a poco se fueron recuperando algunas de las festividades cristianas. El Domingo para los reformadores era el día por excelencia para leer las Escrituras, para la oración, los sacramentos, las ofrendas y las limosnas (Ofrenda dedicada para ayudar a los pobres). Los reformadores también tomaban el Domingo para recordar la fe dada a los santos fincada en la Creación, -este mundo es todo completo de Dios; también en la redención, - libertados de la esclavitud del pecado, ahora solamente vivimos para glorificar a Dios.


El Testimonio de la Iglesia Evangelicalista. El movimiento evangelicalista se caracteriza por su negligencia doctrinal, su desprecio por el “formalismo”, cayendo en una anarquía cúltica, un abandono apático por la cultura, y centrar la veracidad de su fe más en las experiencias personales que en la propia doctrina entre otras muchas cosas más que podrían decirse.


El evangelicalismo abandonó la línea del testimonio reformado y despreció la mayoría de las festividades cristianas en su afán de no parecerse en nada a la iglesia papista y abandonó también al racionalismo que ya se había introducido en los púlpitos cristianos. Su pretensión fue ser más fieles al Evangelio; pero lamentablemente simbolizaron mucho y alegorizaron tanto las Escrituras que cayeron en una práctica mística capeada con pietismo.



CONCLUSIÓN


En la actualidad muchas iglesias presbiterianas han abandonado el testimonio de la reforma y se han alineado con las iglesias evangelicalistas. Debemos recuperar nuestro legado histórico, doctrinal y reformado. Porque la liturgia también es una confesión de fe y una carta de presentación ante el mundo. Debemos prepararnos para celebrar el Adviento y Navidad, pero de una manera Escritural. Debemos recuperar estas festividades como lo hacía la iglesia antigua y la iglesia de la reforma. Nosotros debemos ser ejemplo para la raza caída. Conviértanse ellos a ti y no tú a ellos. ¿Cómo es posible negarse a celebrar el Adviento o la Navidad, pero en cambio sí un 14 de febrero? Nuestros antagonistas responderían: Ah, pero nosotros lo hacemos cristianamente. ¿No podremos, pues, celebrar el Adviento y Navidad, cristianamente, sin las tradiciones y dogmas papistas? Los reformados debemos darle una redirección a nuestro quehacer litúrgico. AMEN.



Pbro. José M. Velázquez Iglesias

Mail: betsofer@hotmail.com



El artículo puede ser citado total o parcialmente dando el crédito al autor del mismo y citando la fuente. Pro Rege.



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