top of page

EPIPHANIA DOMINI Mateo 2:1-12


INTRODUCCIÓN


El día seis de enero es popularmente conocido como el día de los santos reyes. Sin embargo, oficialmente tanto en la liturgia papista como en el calendario litúrgico de los reformados, el día seis de enero es conocido como el Día de la Epifanía del Señor. Lamentablemente en la liturgia papista esta fecha se diluyó debido a las tradiciones que han superado a su propia doctrina. Y por otra parte entre los reformados, minados por el evangelicalismo, la Epifanía del Señor ha sido enterrada y hasta ignorada.


La Epifanía era una de las tres fiestas más importantes de la Iglesia de los primeros tres siglos; es decir, que tanto la iglesia apostólica como la patrística celebraban la Epifanía. Después con el surgimiento del papismo, durante la Edad Medía las festividades cristianas se fueron corrompiendo y alejándose de las Escrituras para ser sustentadas por puras y meras tradiciones.



PROPOSICIÓN


Para conocer el origen y el significado de esta festividad cristiana, el tema que se expondrá hoy es: La Epifanía del Señor. Primeramente, se hablará de su origen histórico. En segundo lugar, se expondrá, el verdadero significado de la Epifanía. Y finalmente, se presentará la trascendencia de la Epifanía en la adoración cúltica del pueblo cristiano.



LA BASE HISTÓRICA DE LA EPIFANIA


La palabra epifanía viene del griego ´Epifaneia que se traduce como manifestación o aparición y sirve para indicar la revelación de algo. Esta palabra tiene su raíz en otros dos vocablos griegos: la preposición epi que significa, estar por encima de algo; la otra palabra es el verbo faino que traducido significa: darse a conocer, hacerse visible, revelar algo, mostrarse o también manifestarse.


La palabra epifanía, entonces, nos da la idea de una manifestación sobrenatural, una revelación milagrosa. Esta es la misma raíz que se usa en la traducción griega del Antiguo Testamento para referirse a las manifestaciones de Dios; por ejemplo, a Abraham en Génesis 18:1, y a Moisés en Éxodo 3:1-6. Los cristianos de los siglos II y III veían tanto el bautismo del Señor, como en su transfiguración de igual modo que las apariciones o manifestaciones de Dios para su pueblo Israel en el Antiguo Testamento, las cuales eran experiencias que sobrepasaban los límites del entendimiento humano. Pero en el centro de todo esto se encontraba la convicción de que Jesucristo mismo era la principal manifestación o Epifanía de Dios; es decir, la revelación de Dios a su pueblo. Así, entonces, la llegada de Jesucristo es la más sublime de todas las manifestaciones.


Pero, sucedió que durante los siglos IV y V las historias del nacimiento de Cristo empezaron a formar parte de la celebración de la Navidad; y así, poco a poco, los llamados reyes magos empezaron a convertirse en el centro de los servicios de la Epifanía y se entretejieron varias tradiciones alrededor de estos legendarios reyes. Por ejemplo, Agustín y Crisóstomo sugirieron que eran doce, como los apóstoles. La verdad es que la Escritura no menciona cuántos eran los magos, ni siquiera asegura que fueran reyes. Simplemente les llama sabios. Y ya para el siglo VI se dedujo que eran tres, por los regalos que se mencionan en el Evangelio; también se les puso nombre: Gaspar, Melchor y Baltasar. Más tarde se fueron añadiendo detalles. Por ejemplo, que Gaspar tenía 20 años y era rey de Tarso y por tanto de un físico indoerupeo; Baltasar era de 40 años, y era rey de Etiopía, y por lo tanto se deducía que era negro; Melchor se decía tenía 60 años y que era rey de Arabia.


Existe un número considerable de leyendas sobre estos personajes mencionarlas ahora, nos desviaría del punto focal: El Testimonio de las Escrituras.



EL VERADADERO SIGNIFICADO DE LA EPIFANÍA


Para poder arribar a un concepto sano de la Epifanía debemos fijar nuestra atención en los magos, en la Sagrada Escritura, y en Jesús.


Primero los magos, y como muchos de ustedes ya lo saben, estos personajes no eran hechiceros o hacían aparecer y desaparecer objetos. Sencillamente eran estudiosos de la astrología y que más tarde vino a ser la astronomía, lo que hoy se conoce como la ciencia que estudia los astros y las leyes que los rigen. Los magos, u hombres sabios vieron en la estrella un brillo mucho más espectacular que el que estaban acostumbrados a ver, y por lo cual concluyeron que un personaje muy importante estaba por nacer, y también dedujeron que se trataba de un rey, y por eso preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle” (Mateo 2:2).


Segundo, la Escritura. Nuestra atención debe estar, más que nada, en la Palabra de Dios. No nos compliquemos la existencia. Sencillamente veamos esto. (1) Los sabios son atraídos por la palabra de Dios manifestada en la creación. Es decir, que la creación también es la Palabra de Dios. Dios igualmente habla y llama a través de su palabra Creacional, y en esta ocasión llamó a los magos, y lo hizo a través de la creación, por medio de una estrella. (2) Pero la palabra Creacional no fue suficiente; los magos fueron re – orientados y remitidos a la Palabra de Dios manifestada en las Escrituras, pues nótese que los sacerdotes y escribas consultaron en la Palabra Escrita de Dios, en Miqueas 5:2, donde el profeta declaró: “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor de Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad”. (3) Además, los sabios adoraron a la Palabra de Dios hecha carne, a Jesús. Porque según la Escritura: En el principio era el Verbo, es decir la palabra, y el Verbo (la palabra) era con Dios, y el verbo (la Palabra) era Dios, Juan 1: 1.


En tercer lugar, fijemos nuestra atención en Jesús. El personaje central es Cristo no los reyes. Celebramos la Epifanía, la manifestación de Cristo a los gentiles; no celebramos a los reyes magos. Fue Jesús quien se reveló a los magos. Hasta este punto los magos habían dependido exclusivamente de sus conocimientos. Pero al llegar a Judá fueron remitidos a la Palabra Escrita. Solamente por la fe se puede ver a Jesús el Hijo de Dios. La fe no es algo que brote espontáneamente del hombre. No es un atributo humano. La fe es un don de Dios. Pues Dios en su gracia les concedió la fe a los magos para adorar a Jesús.


La Epifanía nos ayuda a recordar que Cristo siempre estará oculto para el mundo caído en pecados y miserias. Pero es Dios quien revela a su Hijo Jesucristo a su pueblo escogido. Mateo 16:16. Cristo es la Epifanía de Dios a sus elegidos.



LA ADORACIÓN CULTICA Y LA EPIFANIA


Si somos fieles seguidores de la Iglesia de la Reforma, y como ella lo fue de la Iglesia Antigua, entonces debemos comenzar por recuperar nuestro legado histórico – litúrgico; y, por lo tanto, la celebración de la Epifanía deberá ser un tema de predicación en los púlpitos cristianos. Y sobre todas las cosas, téngase presente que el tema propio de la Epifanía es la manifestación de Cristo Jesús y no la adoración de los llamados reyes magos. La iglesia presbiteriana debe recuperar el calendario litúrgico y no debe pasar por alto la celebración de la Epifanía. Y como en las festividades de la Pascua y el Pentecostés, la Epifanía debe hacerse patente en la adoración del pueblo de Dios. Si nuestra adoración no toca el alma, si la exposición de las Escrituras no encuentra una nota de respuesta en el corazón de los cristianos, si el pueblo de Dios no es movido a la obediencia, entonces, cada una de nuestras celebraciones, tanto dominicales como especiales, serán fiestas huecas y sin significado. Se parecerán a los espectáculos de los paganos. Llenos de jolgorio, pero sin significado ni trascendencia.


Si nuestra adoración no es vehículo de la manifestación de Dios, entonces ha fracasado. La Palabra es predicada para que surjan cosas maravillosas de las Escrituras, y nuestra actitud debería ser la del salmista que dijo: “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley”. En otras palabras, toda nuestra adoración debería ser una epifanía. La Epifanía, como una manifestación de Dios a su pueblo debe ser también para nosotros una revelación personal. Cada uno de nosotros, en forma particular, debe poder decir como el apóstol San Pablo: “… me apareció a mí…” (1ª Corintios 15:8), y caer de rodillas arrobados por la gloriosa majestad divina del Verbo de Dios y exclamar como el apóstol Tomás: “¡Señor mío, y Dios mío!”, Juan 20:29.


Que quede claro, entonces, con la celebración de la Epifanía recordamos que Dios se ha manifestado y se sigue manifestando a su pueblo escogido. Después de todo eso es lo que significa Epifanía: La manifestación. Se manifiesta en la comunión de los santos, cuando éstos se reúnen para adorarle.



CONCLUSION


Con la exposición de hoy se ha aclarado que el seis de enero es la celebración de la Epifanía de Cristo, y no, la adoración a los reyes magos. El tema de la Epifanía se desarrolló de la siguiente manera: Primero se expuso la base histórica; después, se habló acerca de su verdadero significado; y finalmente, se mostró su relación con los cultos de la iglesia.

Ahora, pues, como una iglesia reformada debemos tomar en cuenta el calendario litúrgico cristiano, y por supuesto, no pasar por alto la celebración de la Epifanía. Como testigos de Cristo debemos manifestarle al mundo el verdadero significado de la Epifanía; y también, a través de la celebración de los cultos especiales de Epifanía le estaremos enseñando al mundo cómo verdaderamente adorar al Dios vivo de Israel. Mantengamos esta tradición, pero siempre apegada a las Escrituras, y que sirva también de enseñanza para nuestros hijos, para las nuevas generaciones de creyentes y también para los nuevos convertidos. AMEN.

Pbro. José M. Velázquez Iglesias

Mail: betsofer@hotmail.com

El artículo puede ser citado total o parcialmente dando el crédito al autor del mismo y citando la fuente. Pro Rege.

Entradas destacadas
Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
No hay tags aún.
Síguenos
  • Facebook (FIDDEC)
  • YouTube (FIDDEC)
bottom of page